En busca de la libertad

¿Cómo defines libertad?

Como personas comunes, pensamos en la “libertad” como ser capaces de hacer y pensar como nos plazca. Y como tal, vemos obstáculos para obtener lo que es legítimamente nuestro. Dinero, poder, influencia… independencia, son premios demasiado ilusorios para la mayoría de nosotros en nuestro esfuerzo por obtener libertad.

No hay nada inherentemente bueno o malo con ninguno de esos elementos. Sin embargo, vemos tantos ejemplos de aquellos que poseen algunos o todos esos elementos, que parecen estar más esclavizados que libres.

Quizás el problema radica en cómo definimos el término “libertad” y, además, de qué creemos que debemos liberarnos. ¿Será que ya temenos “libertad" simplemente no somos conscientes de ello? Carlos Castaneda y los chamanes de su linaje definieron la libertad como:

“La única libertad que tienen los guerreros es la de comportarse impecablemente. No solo la impecabilidad es libertad; es la única manera de enderezar la forma humana”.

Nuestra realidad individual, de nosotros mismos y del mundo en el que habitamos, es la prisión de la que deseamos liberarnos. No es el mundo, sino nuestra realidad del mundo, construida durante años de condicionamiento; la historia pasada nunca fue cuestionada, esto es lo que provoca un deseo de libertad que precisa un cambio.

¿Quién eres tú?

Es una de las preguntas más existenciales de los tiempos. Desde el momento en el que nacemos en este mundo, nuestra búsqueda para descubrir quiénes somos y por qué estamos aquí se convierte en una de las fuerzas motrices más dominantes de nuestra vida.

Quienes nos preceden en nuestro linaje; padres, abuelos, etc., nos nutrieron con sus respuestas a estas preguntas. La sociedad nos imbuye de su consenso de quiénes somos y los roles que debemos desempeñar. Se asigna un valor más alto a algunos, menos valor a otros… mientras nos amoldamos a esas descripciones para ganar aprovación, aceptación, rechazo… la atención de los demás. Le damos un valor injustificado a los sueños de otros sobre nosostros mismos, alejándonos cada vez más de lo que éramos cuando vinimos a este mundo.

Nuestra propia imagen se convierte en un icono; una fachada de nosotros mismos, de nuestro valor, de nuestro ser. Forma un falso sentido del yo, desconectándonos de nosotros mismos, de nuestros semejantes, de nuestro mundo y del infinito.

"Mientras el hombre sienta que es lo más importante del mundo, no podrá apreciar realmente el mundo que lo rodea. Es como un caballo con anteojeras; todo lo que ve es a sí mismo, separado de todo lo demás". — Carlos Castaneda

¿Cómo te conviertes en ti?

Desde los días de nuestra más tierna infancia hemos sido juzgados; en comparación con algún estándar de oro ficticio de lo que deberíamos ser. Nuestra identidad se convierte en una amalgama de los miles... millones... de estas descripciones pasadas, dadas a nosotros por aquellos seres humanos que nos rodean.

Estas etiquetas autorreflexivas que nos dieron, se convierten en creencias aparentemente impenetrables dentro de nosotros de lo que somos, de nuestra identidad.

"Nuestras creencias son un conjunto de experiencias perceptivas, evaluación emocional y abstracciones cognitivas que se mezclan con la fantasía, la imaginación y la especulación intuitiva". — Dr. Andrew Newberg

A menos y hasta que desafiemos estas creencias, tanto en contenido como en origen, seguiremos siendo prisioneros de ellas, buscando desesperadamente esa libertad que está más allá de nuestro alcance.

“Para el hombre racional, aferrarse firmemente a su propia imagen asegura su ignorancia abismal. Ignora el hecho de que el chamanismo no son encantamientos y hocus-pocus, sino la libertad de percibir no solo el mundo que se da por sentado, sino todo lo demás que es humanamente posible lograr. Tiembla ante la posibilidad de la libertad. Y la libertad está al alcance de su mano”. — Carlos Castañeda

¿Por qué sigues siendo el mismo?

El lenguaje y la sintaxis que usamos para describirnos a nosotros mismos y nuestro mundo se convierte en nuestra realidad. Nuestro diálogo interno y externo sobre el pasado, el presente y el futuro es el mortero que nos consolida en esa construcción única y singular. 

Eso es porque, como dijo Carlos Castaneda una y otra vez: "Nunca te preguntas por qué haces lo que haces".

Cuando asistas al evento del seminario En busca de la libertad, estarás tomando cinco días completos fuera de tu realidad normal y singular para descubrir cómo la construiste. Y una vez que entiendas los ladrillos y el mortero que usaste para crearlo, tendrás la capacidad de disolverlo, liberándote de ti mismo.

"Los videntes necesitan un punto de quiebre para que el funcionamiento del silencio interior se establezca", dijo don Juan. "El punto de quiebre es como el mortero que un albañil pone entre ladrillos. Es solo cuando el mortero se endurece que los ladrillos sueltos se convierten en una estructura". – Carlos Castaneda